El glaucoma es una de las principales causas de ceguera irreversible en todo el mundo. Precisamente por el riesgo de pérdida permanente de visión, es muy importante comprender cómo determinadas afecciones sistémicas pueden asociarse también o aumentar el riesgo de desarrollar una enfermedad glaucomatosa. Veamos algunas de las situaciones de riesgo.
Enfermedades inflamatorias/autoinmunes e infecciosas
Ciertas enfermedades inflamatorias o infecciosas del ojo pueden provocar la aparición de glaucoma. Entre ellas se encuentra la uveítis, es decir, la inflamación de los tejidos uveales (iris, cuerpo ciliar y coroides), que puede provocar un aumento de la presión intraocular (PIO) debido a la obstrucción y el daño del tejido trabecular, y es un factor de aparición de glaucoma.
El glaucoma uveítico también puede estar causado por una inflamación sistémica, que incluye enfermedades relacionadas con el antígeno leucocitario humano B27 (HLA-B27) como la espondilitis anquilosante, la psoriasis, la enfermedad inflamatoria intestinal y la artritis reactiva. Otras enfermedades inflamatorias sistémicas de las que se sabe que causan uveítis y posiblemente glaucoma son la artritis idiopática juvenil y la sarcoidosis.
Además, los pacientes con uveítis tienen un mayor riesgo de desarrollar glaucoma, no sólo debido a la propia naturaleza inflamatoria de la uveítis, sino también como resultado del uso de corticosteroides para tratar la enfermedad. Por último, el síndrome de Vogt-Koyanagi-Harada, que provoca inflamación y edema intraocular, puede provocar una forma menos frecuente de glaucoma de ángulo cerrado.
Afecciones dermatológicas asociadas al glaucoma
Entre las enfermedades dermatológicas que aumentan el riesgo de glaucoma figuran el vitíligo, la sarcoidosis cutánea y las manifestaciones cutáneas de enfermedades inflamatorias sistémicas.
El vitíligo es una enfermedad autoinmune que se caracteriza por la destrucción de los melatocitos y la despigmentación de la mácula. Los pacientes con vitíligo también pueden presentar anomalías de pigmentación ocular en la retina y el iris. Debido al mayor riesgo de desarrollar glaucoma de tensión normal, documentado por numerosos estudios, se recomiendan exámenes oculares frecuentes y un estrecho seguimiento.
La sarcoidosis ocular se presenta clásicamente como una uveítis anterior que puede desembocar en un glaucoma uveítico. Por este motivo, los pacientes con sarcoidosis deben someterse a exámenes oftalmológicos frecuentes incluso en ausencia de síntomas.
Por último, muchas enfermedades inflamatorias sistémicas tienen manifestaciones cutáneas, como la artritis reumatoide, el lupus eritematoso sistémico y la esclerodermia. Todas estas enfermedades pueden tener afectación ocular, como vasculitis retiniana, uveítis y escleritis. Los pacientes con enfermedades inflamatorias sistémicas deben someterse a exámenes oculares exhaustivos, ya que corren el riesgo de desarrollar glaucoma como complicación.
Afecciones vasculares asociadas al glaucoma
Entre las afecciones vasculares más comúnmente asociadas al glaucoma se encuentra la retinopatía diabética. Se trata de una complicación de la diabetes mellitus, en la que crecen nuevos vasos sanguíneos anormales en la retina interna, que pueden extenderse al vítreo y, en algunos casos, dar lugar a un glaucoma neovascular. Este tipo de glaucoma se considera una urgencia oftalmológica y requiere tratamiento inmediato debido al rápido aumento de la presión intraocular, con posible pérdida de visión.
Afecciones pulmonares asociadas al glaucoma
Los pacientes con enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), asma y apnea obstructiva del sueño pueden experimentar un aumento de la presión intraocular. Además, la hipoxia puede causar estrés oxidativo, que también está relacionado con la aparición de glaucoma.
Afecciones renales asociadas al glaucoma
Se ha descubierto que los pacientes con enfermedad renal crónica (ERC) tienen un mayor riesgo de desarrollar enfermedades oculares, incluido el glaucoma. Un estudio reciente ha descubierto que el riesgo de desarrollar glaucoma en pacientes con ERC aumenta con la cronicidad de la enfermedad. Aunque las causas de esta asociación aún no están del todo claras, sabemos que la ERC y el glaucoma comparten muchas condiciones patogénicas, como el estrés oxidativo, la disfunción del sistema renina-angiotensina y la aterosclerosis, que provocan daños en el nervio óptico.
Afecciones neurológicas asociadas al glaucoma
En los últimos años, muchos estudios han explorado la relación entre el glaucoma y los procesos neurodegenerativos crónicos, como la enfermedad de Alzheimer (EA) y la enfermedad de Parkinson. La asociación entre glaucoma y EA se ha investigado porque ambas enfermedades comparten varias características comunes, como la pérdida irreversible y relacionada con la edad de tipos específicos de neuronas. Los estudios epidemiológicos han demostrado una mayor prevalencia de glaucoma en pacientes con EA.
Enfermedades pediátricas y genéticas
La incidencia del glaucoma en la población pediátrica es bastante rara y la mayoría de los casos de pacientes pediátricos con malformaciones oculares están asociados a síndromes genéticos. Las causas genéticas del glaucoma de aparición temprana también son raras e incluyen glaucoma juvenil de ángulo abierto, disgenesia del segmento anterior, glaucoma congénito y glaucoma familiar de tensión normal. Además, en los niños, al igual que en los adultos, el glaucoma puede asociarse a la presencia de enfermedades sistémicas.
Además del daño mecánico causado por la compresión del nervio óptico, en la patogénesis del glaucoma están implicados otros procesos, como la disfunción vascular del ojo, el estrés oxidativo y la neuroinflamación, que también pueden ser consecuencia de la presencia de otras patologías subyacentes. Por este motivo, un enfoque integrado en el tratamiento del glaucoma, que incluya terapia farmacológica y el uso de productos naturales que contienen antioxidantes naturales y poseen propiedades antiinflamatorias y neuroprotectoras, puede ser una estrategia acertada.