Herpes zóster oftálmico y terapia del dolor

Infección por herpes zóster

La infección oftálmica por herpes zóster es tan frecuente porque el virus, que es el mismo responsable de la varicela infantilUna vez contraída, permanece latente en los cuerpos de las células nerviosas, sin causar ningún síntoma.

Años o décadas después de una infección de varicela, el virus puede propagarse desde uno o más ganglios a lo largo de los nervios de un segmento afectado e infectar el correspondiente dermatómero (una zona de la piel servida por un nervio espinal), provocando un erupción dolorosa.

Dolor herpético

El sistema inmunitario, en condiciones normales, es capaz de suprimir la reactivación del virus y evitar la reactivación de la infección herpética, lo que no ocurre en los pacientes inmunodeprimidos y en los ancianos.

La gravedad del cuadro clínico ocular y el hecho de que la enfermedad herpética no sea una enfermedad "en un solo estadio", sino más bien una infección recurrente, también pueden conducir a la cronificación de la dolor postneuralgia.
Esto hace que sea pertinente que los oftalmólogos y las autoridades sanitarias promuevan la vacunación de la población contra la virus zoster.

En uso de vacunas sería, por tanto, especialmente deseable en estos casos por una serie de razones concomitantes. En primer lugar, en todo el mundo desarrollado se ha producido un alargamiento progresivo de la esperanza media de vida y, por tanto, un aumento del componente anciano de la población, que tiene más probabilidades de sufrir una infección herpética.

En segundo lugar, los ancianos tienden a ser más susceptibles a la infección por zóster debido a una serie de condiciones relacionadas con la edad, como la inmunosenescencia, a la que puede añadirse una posible inmunosupresión por farmacoterapia o enfermedades que comprometen el sistema inmunitario.

Control del dolor

El control eficaz del dolor en caso de infección oftálmica por herpes zóster, que puede afectar a la córnea, es esencial, en primer lugar para aliviar las manifestaciones clínicas, pero sobre todo es crucial para reducir el riesgo de desarrollar la temida neuralgia postherpética.

Neuromodulación

Recientemente, el tratamiento del dolor neuropático en la región ocular, especialmente en la frente, se ha planteado como una opción para la terapia de neuromodulación, que ya se aplica cada vez más en el tratamiento del dolor sistémico del herpes zóster.

Un factor clave del éxito de la terapia de neuromodulación es la focalización en las fibras nerviosas dañadas. En concreto, recientemente se ha completado un estudio clínico sobre una nueva estrategia de neuromodulación para el tratamiento del dolor oftálmico causado por el herpes zóster, dirigida tanto a la rama periférica como al ganglio del trigémino.

El inicio de la patología

El herpes zóster oftálmico (HZO) está causado, como ya se ha mencionado, por la reactivación del virus varicela-zóster latente y suele provocar una erupción dolorosa con ampollas en la zona correspondiente a la rama oftálmica del nervio trigémino, afectando también a los ojos.

Se estima que el herpes oftálmico constituye aproximadamente el 10-20% del total de infecciones herpéticas.

Factores de riesgo

Los factores de riesgo para el desarrollo de esta infección, que también puede afectar a la nariz, incluyen:

  • edad avanzada
  • condiciones de inmunocompromiso
  • la presencia de comorbilidades.

Recientemente se han publicado varios estudios que también informan de pruebas experimentales de una posible correlación causal entre el herpes zóster oftálmico y la vacunación contra COVID-19, que puede provocar la aparición de una infección vírica que también puede afectar al ojo.

Síntomas

Una manifestación característica del herpes zóster oftálmico es el dolor intenso en el ojo, caracterizado por un dolor punzante que también se irradia a la zona periocular y dolor localizado en la fase aguda de la erupción vesicular.

Aproximadamente la mitad de los pacientes con herpes zóster oftálmico pueden desarrollar neuralgia postherpética con afectación oftálmica. Esta afección se caracteriza por un dolor facial de moderado a intenso que puede persistir durante más de 3 meses tras la aparición de la lesión cutánea.

Las características específicas de esta neuropatía son la presencia de un dolor ardiente continuo y espontáneo con punzadas parecidas a descargas eléctricas en una fase paroxística, alodinia (Ed: impulso doloroso que siente la persona tras un estímulo inocuo) e hiperalgesia (Ed: aumento de la respuesta a un estímulo capaz de provocar sensaciones dolorosas).

Por ello, la calidad de vida de estos pacientes se ve especialmente comprometida, por lo que es necesario encontrar estrategias que puedan aliviar los síntomas dolorosos.

Tratamiento

En el manejo de la infección por herpes zóster, especialmente en edades avanzadas, el tratamiento de primera línea consiste en la administración oral de aciclovir o análogos antivirales sistémicos desde las primeras fases de la infección, aunque la capacidad de estos fármacos para reducir el riesgo de neuropatía postherpética sigue siendo controvertida.

Además del tratamiento antivírico, es esencial administrar una terapia específica para aliviar el dolor, la mayoría de las veces con fármacos analgésicos, incluidos antidepresivos tricíclicos, antiepilépticos, opiáceos y analgésicos tópicos.

Si la terapia oral resulta insuficiente, también pueden considerarse tratamientos quirúrgicos, como el bloqueo temporal de la sensibilidad nerviosa local para proporcionar un alivio inmediato del dolor a corto plazo.

Novedades en neuromodulación

En un estudio reciente, Estrategia de neuromodulación dual en el tratamiento del dolor del herpes zóster oftálmico: estudio de cohortes retrospectivo y revisión bibliográfica - PubMed (nih.gov) La terapia de neuromodulación se probó implantando un estimulador eléctrico de los plexos nerviosos supraorbitario y supratroclear, capaz de administrar una estimulación continua para cubrir las zonas afectadas por el dolor. Sin embargo, el 22,2% de los pacientes con HZO también experimentan dolor en la zona de irradiación de la segunda rama del nervio trigémino (es decir, el nervio maxilar), a la que no puede llegar la estimulación oftálmica periférica. En casos muy graves, los pacientes con HZO pueden presentar dolor en las tres ramas del nervio trigémino. Por lo tanto, se ha investigado una estrategia de neuromodulación dual, que se dirige simultáneamente a la rama del nervio periférico y al ganglio de Gasser combinando la estimulación continua a corto plazo del nervio periférico (ENP) con la radiofrecuencia pulsada (RFP) del ganglio trigémino.

El resultado primario, que puede incluir la presencia de vesículas, se midió en términos de intensidad del dolor antes y después de la terapia de neuromodulación, medida por la Escala Visual Analógica (EVA).

La escala EAV es una de las medidas de resultado unidimensionales más conocidas para medir la intensidad del dolor. Corresponde a la representación visual del grado de dolor que siente el paciente y consiste en una línea predeterminada de 10 cm de longitud, en la que el extremo izquierdo corresponde a "ningún dolor" y el extremo derecho a "el peor dolor posible". Se pide al paciente que dibuje una marca en la línea que representa el nivel de dolor experimentado.

Resultados

Los resultados muestran que la estrategia de neuromodulación dual es capaz de garantizar resultados superiores en términos de persistencia del efecto analgésico de la terapia, en comparación con la estimulación nerviosa periférica continua sola, lo que también es muy importante teniendo en cuenta que la infección oftálmica herpética tiende a ser recidivante.

Sobre el tema de las infecciones oculares por herpes virus, véase también:

 

 

Bibliografía
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