El verano ya está aquí: mar, montaña, lago, colinas... anhelamos esta época durante la mayor parte del año y, naturalmente, también queremos pensar lo mejor para nuestros compañeros peludos. Ya he tenido ocasión de decir que compartí gran parte de mi vida con un fox terrier revoltoso, Pepe, que se había quedado completamente ciego de glaucoma primario a los 6 años. Eran los años noventa y Pepe siempre nos seguía a todas partes, tanto en la ciudad como de vacaciones. Sin embargo, a veces, sobre todo cuando se hacía mayor, le veía ligeramente angustiado cuando se encontraba en un entorno nuevo. Me preguntaba, por tanto, si ciertos cambios no eran demasiado estresantes para él.
Imagino que otros lectores tienen a veces esta duda, así que por qué no dirigir la pregunta a alguien que tenga conocimientos específicos en la materia, como la profesora Federica Pirrone, catedrática de Etología Veterinaria y Bienestar Animal de la licenciatura de Medicina Veterinaria - Departamento de Medicina Veterinaria y Ciencias Animales de la Universidad de Milán.
Profesor Pirrone, ¿puede llevarse de vacaciones a un perro ciego?
Aunque cada animal representa un mundo en sí mismo, los perros son potencialmente muy adaptables. Lo mismo puede decirse de los que padecen discapacidad visual parcial o total, que pueden disfrutar de una excelente calidad de vida incluso en vacaciones. Cuidar de estos animales puede suponer algunos retos adicionales, pero con una planificación cuidadosa la familia puede irse de vacaciones sin privarse de la agradable compañía de su perro ciego.
¿Qué precauciones deben tomarse en este caso?
En su mayor parte, estas medidas se aplican incluso cuando el perro no tiene problemas de visión; digamos que, si tales problemas existen, estas medidas se vuelven indispensables. Van desde la adaptación del entorno doméstico hasta la gestión de los paseos al aire libre, pero no sólo. La cuestión más relevante, de hecho, es quizá el cambio de entorno y de rutina, que ya de por sí puede poner en tensión el equilibrio de un perro ciego, provocando la aparición de problemas de comportamiento o empeoramiento de las molestias ya presentes.
Lo que realmente puede ayudar al perro ciego de vacaciones es facilitar su adaptación al hogar de transición proporcionándole contacto olfativo con el suyo. ¿Cómo? Poniendo en su maleta objetos que le recuerden a ella, como su caseta, sus juguetes, sus cuencos. De hecho, es muy importante que tenga los mismos puntos de referencia olfativos que tendría en su casa habitual.
Si existe el riesgo de que se agite y se ponga ansioso en un coche, conviene acostumbrarlo al medio de transporte con suficiente antelación. La recomendación es consultar a un médico veterinario con experiencia en comportamiento unos meses antes para que le indique cómo facilitar este proceso fundamental.
En general, conviene optar por vacaciones no muy lejanas, "al aire libre", por ejemplo en la montaña o en la naturaleza, y tranquilas. Los ambientes caóticos pueden estresar al animal y contribuir a su desorientación. Si va a la costa y necesita llevar a su perro a la playa, debe comprobar con antelación si hay establecimientos donde se admitan perros.
Sin embargo, es fácil que a un perro, casi siempre ciego, no le guste la vida playera, que puede obligarle a pasear bajo el sol o exponerle a mucho ruido y adolescentes alborotadores. Es preferible, por tanto, planificar los días de modo que se vuelva con el perro, quizá a la hora de comer, para no tener que llevarlo con usted pero, al mismo tiempo, tampoco dejarlo solo demasiado tiempo.