Deja que tu corazón también te guíe

Danilo Mazzacane nos habla de su trayectoria profesional, que le llevó de ser oftalmólogo a tratar con pacientes especiales: los enfermos de ELA.

Un camino muy interesante el del Dr. Danilo Mazzacane, que le ha llevado de ser oftalmólogo a tratar también con pacientes de ELA, para los que la vista es realmente esencial para mantener el contacto comunicativo. El caso que nos cuenta es realmente representativo de lo importante que es el enfoque que considera al paciente una "persona".

¿Cómo eligió su formación en Oftalmología y cuál es su perfil profesional actual?

Dr. Danilo Mazzacane

Mi formación académica y profesional es variada y siempre ha estado impulsada tanto por la curiosidad en el campo médico-científico como por el deseo de lograr algo positivo en el ámbito de la oftalmología y la asistencia sanitaria. Me licencié en Medicina y Cirugía y me especialicé en Oftalmología en la Universidad de Pavía. Tras un breve paréntesis, dedicado a la investigación como becario de investigación en el IRCCS Policlinico San Matteo de Pavía, empecé a trabajar como especialista ambulatorio en la rama de oftalmología, lo que me permitió darme cuenta de la importancia de la necesidad de una buena relación de comunicación con los pacientes y de la importancia de la colaboración con otras figuras médicas, tanto territoriales como hospitalarias, no sólo en el campo de la oftalmología. Un fuerte espíritu de aventura me llevó a emprender la actividad de dirigente sindical, durante más de veinte años, con la intención de mejorar el papel y la función de los médicos dentro del SNS, con especial atención a la medicina territorial y a la salud del paciente-persona.
Al mismo tiempo, emprendí un camino en la oftalmología que me permitió formar parte de las juntas directivas de varias sociedades científicas, llegando incluso a fundar, junto con un puñado de atrevidos, el METAsociedad científica que representa a los oftalmólogos ambulatorios.
Esto me permitió no sólo participar activamente en actos científicos, sino también organizarlos. Al mismo tiempo, con el fin de poner en marcha contactos y colaboraciones, entré a formar parte de la Junta Directiva de la Orden de Médicos de Milán, la Junta Directiva del Comisión de Defensa Vista y emprendí colaboraciones con varios periódicos médico-científicos. Ya jubilado del SSN, siempre motivado por el deseo de abordar nuevas situaciones y ámbitos, me embarqué en la colaboración profesional con un centro sanitario privado con convenciones religiosas y dedicado al tratamiento de enfermos de ELA.
Mi nueva experiencia profesional como oftalmólogo consultor en NEMO Lab me ha permitido conocer la ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica) y la realidad de la vida de los enfermos de ELA. Todo está encaminado a intentar garantizar la mejor calidad de vida para estos enfermos de ELA.
Mi aproximación a los pacientes de ELA no fue fácil porque me enfrentaba a un horizonte de sufrimiento del que había oído hablar pero del que no tenía conocimiento directo. La exploración ocular en personas con ELA suele ser mucho más compleja de lo habitual. Requiere un esfuerzo especial en la forma de comunicación y comprensión de sus necesidades, con la búsqueda de posibles soluciones.
En fases más avanzadas de la enfermedad, el puntería ocular es el último movimiento que permite comunicarse a las personas con ELA. Por lo tanto, el deterioro de la función visual les impide relacionarse con el mundo exterior.

 

¿Puede contarnos algún caso clínico inusual o especialmente complejo que haya conseguido tratar y resolver?

Durante mi presencia profesional en el Laboratorio NEMO, un paciente con ELA avanzada vino para observación desde el Centro Clínico NEMO, pero en plena posesión de sus capacidades cognitivas y excelentemente asistido por su mujer y su hijo en sus funciones de cuidadores.
Por desgracia, en el examen oftalmológico descubrí cataratas avanzadas en ambos ojos que limitaban considerablemente la función visual, por lo que la cirugía era la única solución.
La complejidad residía en la organización del abordaje quirúrgico, que reunía las competencias de un equipo multiprofesional.
En primer lugar procedí a comprobar con los especialistas médicos del Centro NEMO que el estado general del paciente era tal que era apto para ser operado.
Posteriormente, busqué y obtuve la disponibilidad de compañeros cirujanos oftalmólogos en la Clínica Ambrosiana de la Fondazione Sacra Famiglia, un centro sanitario privado con experiencia específica en la atención a personas con discapacidad, del que soy consultor.

El enfermo de ELA fue operado de cataratas en ambos ojos en tres meses, recuperó la capacidad visual y volvió a utilizar sistemas alternativos de comunicación.
Las cirugías realizadas no presentaron problemas pre y postoperatorios, gracias también a la competencia profesional del cirujano oftalmólogo y a la asistencia anestésica, pero requirieron más tiempo del habitual debido a las maniobras de posicionamiento en la mesa de operaciones y a la necesaria monitorización de los parámetros vitales.
Los extraordinarios cuidados prestados por el personal de enfermería también facilitaron las cosas.

Por lo tanto, para una patología tan compleja como la ELA, que tiene un gran impacto en la vida de una persona y en su sistema de relaciones, hemos conseguido mediante el "cuidado" preservar la salud visual del paciente, prestando atención a aquellos aspectos de la vida diaria que garantizan su dignidad.

 

Algunos consejos para los jóvenes colegas que empiezan en Oftalmología.

A los colegas oftalmólogos recién nombrados les sugiero que aborden la profesión dedicando siempre un espacio adecuado al desarrollo profesional, incluso con alguna experiencia en el extranjero, que se fijen siempre una meta a alcanzar, que tengan un espíritu librepensador, que entren en el orden de las ideas de trabajar en equipo con colegas de otras especialidades y con otros profesionales de la salud.
Por último, me gustaría recomendar que uno también se guíe en su actividad profesional por su corazón, logrando así el mejor acercamiento empático con el paciente-persona. El grado de satisfacción personal será siempre inconmensurable y actuará como propulsor del crecimiento profesional también en términos de carrera.

Bajo el epígrafe "Te cuento una historia..."

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