La resistencia a los antimicrobianos es una emergencia mundial que exige cambios drásticos en el uso de antibióticos y un amplio esfuerzo de cooperación internacional
La producción y renovación de una película lagrimal eficaz es una condición esencial para la salud de la superficie ocular.
El ojo está cubierto externamente por una fina capa de lágrimas, denominada película lagrimal, que representa el complejo producto final de la actividad de estructuras pertenecientes a una unidad funcional conocida como superficie ocular. Ésta incluye el aparato lagrimal, responsable de la producción y excreción de lágrimas, los párpados, la conjuntiva, el limbo y la córnea. Por tanto, la película lacrimal representa la interfaz entre el ojo y el entorno externo y desempeña funciones protectoras, nutritivas y ópticas. Su estructura está formada por una mezcla de agua, mucinas, lípidos, productos del metabolismo epitelial, restos celulares y células del sistema inmunitario.
Diferentes agresiones pueden alterar la película lagrimal: factores externos como el viento, el aire acondicionado, la baja humedad, el humo, cuerpos extraños (incluidas las lentes de contacto), microorganismos (como virus, bacterias y micetos), actividades visuales como el uso prolongado de videoterminales, medicamentos sistémicos o tópicos. Todos estos factores pueden causar afecciones de la superficie ocular, cuya gravedad varía desde la simple aparición de síntomas de incomodidad hasta la presencia de lesiones que pueden interferir incluso considerablemente en la calidad de la visión.
La producción y renovación de una película lagrimal eficaz es una condición esencial para una superficie ocular sana. Las lágrimas nutren, eliminan productos del metabolismo celular, proporcionan protección inmunológica y lubrican la superficie ocular gracias a sus propiedades fisicoquímicas. Para cumplir su cometido, la película lagrimal debe permanecer estable. La estabilidad de la película lagrimal depende de su volumen y composición. Normalmente, la película permanece en la superficie ocular durante al menos 7-10 segundos. Cuando se producen cambios cualitativos en las lágrimas, la película lagrimal se vuelve inestable, lo que provoca el sufrimiento del epitelio córneo-conjuntival y la consiguiente inflamación y aparición de síntomas, como ardor y sensación de cuerpo extraño, que pueden interferir significativamente en la calidad de vida de los pacientes afectados.
El mal funcionamiento de la película lagrimal conduce a un estado de sufrimiento de la superficie ocular conocido como ojo seco o, más comúnmente, ojo seco. Las causas del ojo seco pueden rastrearse en dos formas patogénicas principales: la de la reducción de la producción de lágrimas y la del aumento de la evaporación. Ambas formas tienen en común que inducen una fuerte inestabilidad de la película lagrimal. Las mucinas desempeñan un papel clave a la hora de mantener el volumen de la película y asegurar su anclaje con las células epiteliales, contribuyendo decisivamente a su estabilidad.
Un enfoque terapéutico eficaz de la sequedad ocular requiere el restablecimiento de la estabilidad de la película lagrimal. Esto puede lograrse con colirios basados en sustancias mucomiméticas. De ellas, la molécula más estudiada y cuyos efectos beneficiosos son más conocidos es el ácido hialurónico (AH), normalmente presente en los fluidos oculares y en la matriz extracelular. El AH está dotado de una actividad mucomimética, lubricante y viscoelástica no newtoniana (baja viscosidad durante el parpadeo, alta viscosidad entre parpadeos), de modo que ofrece una resistencia significativamente menor al movimiento de los párpados sobre el globo ocular durante el parpadeo, al tiempo que se mantiene muy denso cuando los párpados están abiertos entre parpadeos. Además, debido a su riqueza en cargas negativas, retiene grandes volúmenes de agua, garantizando así el mantenimiento de un volumen eficaz de la película lagrimal. Sus características biológicas le permiten unirse a las células epiteliales a través de un receptor específico, el CD44, por lo que se ha demostrado que tiene propiedades cicatrizantes y favorece la reepitelización corneal y conjuntival. El uso continuado de colirios a base de AH, sobre todo si no contienen conservantes, debe considerarse esencial en el tratamiento de una afección crónica como el ojo seco, que afecta a alrededor del 20% de la población adulta, pero también puede ser beneficioso en mujeres posmenopáusicas y sujetos más jóvenes que utilizan videoterminales o están expuestos a la creciente contaminación de nuestras ciudades.
Prof. Pasquale Aragona Centro Regional de Referencia para las Enfermedades de la Superficie Ocular, Universidad de Messina
'Salud ocular' - Corriere della sera (Sette) - 21 de noviembre de 2014
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