Un gran número de estudios, tanto in vitro como in vivo, han demostrado el efecto beneficioso que puede tener la nutrición en el mantenimiento de las condiciones generales de bienestar en todo el organismo.
En particular, estudios recientes han informado de cómo algunos componentes dietéticosque pueden tomarse con los alimentos o a través de suplementos, pueden afectar a la salud de la superficie ocular.
De hecho, hay muchas pruebas que apoyan el posible papel de diversos micronutrientes y nutracéuticos en el tratamiento de las enfermedades de la superficie ocular.
Superficie ocular y síndrome del ojo seco
La superficie ocular es un sistema delicadamente equilibrado, formado por diversos componentes, interconectados tanto estructural como funcionalmente.
Estructura
La superficie ocular incluye la córnea, la conjuntiva y los anexos oculares, como los párpados, las pestañas, la película lagrimal, las glándulas lagrimales principales y accesorias y las glándulas de Meibomio.
El conjunto de estructuras que componen el sistema de superficie ocular participan en la producción y distribución de la película lagrimal en la superficie anterior del ojo.
Las estructuras que contribuyen a la producción de la película lagrimal incluyen:
- las glándulas lagrimales principales y accesorias,
- las células calicéfalas mucipares de la conjuntiva
- las glándulas de Meibomio
La distribución y excreción de la película lagrimal están aseguradas por la apárpado arrugado.
La actividad secretora de las glándulas está finamente organizada gracias al control ejercido por el sistema nervioso, el sistema endocrino (gracias a las hormonas sexuales y, sobre todo, a la testosterona, que ejerce un efecto trófico sobre las glándulas) y el sistema inmunitario, que regula la respuesta inflamatoria y la reacción contra posibles agentes infecciosos.
Funciones
La superficie ocular representa una conexión directa entre el ojo y el entorno externo y, por lo tanto, todos sus componentes actúan de forma sinérgica para mantener el ojo sano y proteger las estructuras clave de la visión de patógenos externos. Ambos objetivos se consiguen, entre otras cosas, mediante la producción de una película lagrimal eficaz.
Cualquier factor que perturbe lahomeostasis del sistema de la superficie ocular pueden alterar la estabilidad y osmolaridad de las lágrimas, provocando daños tisulares a través de procesos osmóticos, mecánicos e inflamatorios.
Síndrome del ojo seco
Una de las afecciones en las que se altera la homeostasis de la superficie ocular es el síndrome del ojo seco, una enfermedad multifactorial de la superficie ocular que afecta hasta 30% de los individuos mayores de 50 años. Se ha observado una mayor incidencia en personas mayores, mujeres posmenopáusicas, usuarios de lentes de contacto y pacientes con enfermedades autoinmunes.
Tipo de ojo seco
El síndrome del ojo seco puede deberse a una menor producción de lágrimas o a una mayor evaporación. Ambas condiciones provocan hiperosmolaridad y la consiguiente inflamación de la superficie ocular.
Hiposecreción
Las formas hiposecretoras, en las que hay un funcionamiento reducido de las glándulas lagrimales, incluyen formas relacionadas con enfermedades autoinmunes, como principalmente el síndrome de Sjögren, pero también la artritis reumatoide, el lupus eritematoso sistémico, la poliartritis nodosa, la granulomatosis de Wegener, la esclerosis sistémica y otras enfermedades del tejido conjuntivo.
Luego están las formas hiposecretoras "no-Sjögren" del ojo seco, la más importante de las cuales está relacionada con la edad.
Exceso de evaporación
La sequedad ocular debida a un exceso de evaporación puede clasificarse, en función de las afecciones que la provocan, en "intrínseca" (por ejemplo, en caso de disfunción de las glándulas de Meibomio o de anomalías de los párpados y la órbita) y "extrínseca" (debida al uso de lentes de contacto o de medicamentos tópicos con conservantes; enfermedades oculares como la alergia y la conjuntivitis; carencia de vitamina A).
Los síntomas del síndrome del ojo seco, como visión borrosa, fotosensibilidad, irritación, ardor y picor, pueden limitar las actividades cotidianas y repercutir negativamente en la calidad de vida.
Factores de riesgo
Los principales factores de riesgo pueden resumirse del siguiente modo:
1. Edad: el envejecimiento provoca una atrofia progresiva de las glándulas lagrimales.
2. Sexo: las mujeres de entre 40 y 60 años se ven más afectadas por el ojo seco, probablemente debido al nuevo equilibrio hormonal tras la menopausia.
3. Uso de determinados fármacos: hormonas, inmunosupresores, antihipertensivos, antihistamínicos, antidepresivos y otros.
4. Factores climático-ambientales: aire acondicionado, clima seco, humo de tabaco, viento, smog.
5. Uso prolongado del ordenador y la televisión.
6. Deficiencias nutricionales: ingesta insuficiente de vitamina A.
7. Uso de lentes de contacto. Se ha comprobado que el uso de todo tipo de lentes de contacto provoca cambios en la superficie ocular y en la película lagrimal. La magnitud de estos efectos varía en función del material de las lentes, la forma de llevarlas y las características del usuario. Las lentes de hidrogel de silicona suelen causar menos efectos nocivos. Sin embargo, el riesgo de infección e inflamación de la córnea sigue siendo elevado, especialmente en caso de uso nocturno recurrente de las lentes. En caso de uso predominantemente diurno, también pueden producirse daños en la superficie ocular por el uso de determinadas soluciones para la limpieza diaria de las lentes, a las que el ojo puede ser o volverse especialmente sensible.
Alimentación y los ácidos grasos esenciales en la salud de la superficie ocular
Existen pruebas científicas sólidas que demuestran la eficacia de la ingesta de ácidos grasos omega-3, ya sea a través de la dieta o de suplementos, para mejorar los síntomas del síndrome del ojo seco, una afección cada vez más preocupante. y la salud de la superficie ocular.
Uno de los primeros ensayos clínicos procedía de un gran estudio transversal en el que participaron más de 30.000 mujeres y que demostró una relación entre una ingesta dietética baja en ácidos grasos omega-3 y un mayor riesgo de síndrome de ojo seco.
Los omega-3 son componentes estructurales clave de las membranas celulares y precursores de la síntesis de numerosas sustancias biológicamente activas.
Los principales ácidos grasos omega-3 son el ácido alfa-linoleico de cadena corta y los ácidos eicosapentaenoico, docosapentaenoico y docosahexanoico de cadena larga. Mientras que los ácidos grasos omega-3 de cadena corta se obtienen de fuentes vegetales, los ácidos grasos omega-3 de cadena larga se obtienen del pescado azul y pueden sintetizarse mediante la elongación de ácidos grasos de cadena corta. Los omega-3 presentan propiedades antiinflamatorias que ejercen mediante la inhibición competitiva con el ácido araquidónico como sustrato de las enzimas ciclooxigenasa y 5-lipoxigenasa.
Se ha informado de que los ácidos grasos omega-3 también pueden tener un efecto neuroprotector, lo que reviste un gran interés clínico para los oftalmólogos.
De hecho, los nervios corneales son esenciales para la producción de lágrimas, para el reflejo protector del parpadeo y para la liberación de neuromoduladores tróficos que mantienen la vitalidad y el metabolismo de los tejidos de la superficie ocular.
Nutrición y vitaminas en la salud de la superficie ocular
Vitamina A
El término vitamina A incluye el retinol, la forma biológicamente más activa, de origen animal, y los carotenoides, precursores presentes en una gran variedad de frutas y verduras. La vitamina A es necesaria para toda una serie de funciones y, en el ojo, para la salud de las mucosas, la fototransducción retiniana, el metabolismo, el crecimiento y la diferenciación del epitelio de la superficie ocular. De hecho, la carencia de vitamina A, debida a la malnutrición, es una de las principales causas de ceguera en los países en desarrollo. Un reciente estudio clínico ha demostrado que la ingesta de vitamina A, ya sea a través de la dieta o de suplementos, mejora la calidad de la lágrima en pacientes con síndrome de ojo seco, favoreciendo la salud de la superficie ocular.
Vitamina B-12
La vitamina B12 es un cofactor de la síntesis del ADN y participa en el metabolismo de los ácidos grasos y los aminoácidos. Se encuentra en productos animales como la carne, la leche, los huevos, el pescado y el marisco. Este micronutriente desempeña un papel clave en la síntesis de mielina y su deficiencia se asocia a mielopatía, neuropatía periférica, síndromes neuropsiquiátricos y atrofia óptica. En los últimos años se ha reconocido el papel de las anomalías neurosensoriales en la fisiopatología del síndrome del ojo seco, y dos estudios recientes han demostrado una mejora de los síntomas en pacientes con una forma grave tras la administración de suplementos de vitamina B12 en forma de colirio.
Vitamina C
La vitamina C es una vitamina hidrosoluble necesaria para el funcionamiento de una amplia gama de enzimas y se encuentra en frutas y verduras como los cítricos, las fresas, las cerezas, los tomates y el brécol. La película lagrimal contiene altos niveles de vitamina C, lo que refleja la gran demanda de este nutriente por parte de la superficie ocular para la defensa antioxidante. Además, la vitamina C parece desempeñar un papel importante en los procesos de cicatrización de las heridas de la córnea.
Vitamina D
La vitamina D es una vitamina liposoluble que puede adquirirse a través de la ingesta de alimentos específicos o producirse en la piel tras la exposición a la luz solar. Recientemente se ha asociado la carencia de vitamina D con la patogénesis del síndrome del ojo seco. En efecto, la vitamina D desempeña un papel inmunomodulador y regula la proliferación, diferenciación y apoptosis celular, mejorando así la barrera epitelial corneal. Además, al favorecer la producción de surfactante, aumenta el componente lipídico de la película lagrimal. Por último, modula la absorción sistémica de calcio, que desempeña un papel crucial en el mantenimiento de la secreción de líquido de las glándulas lagrimales. Los niveles séricos de vitamina D han mostrado correlaciones significativas con la producción de lágrimas y los síntomas del síndrome del ojo seco. Por todas estas razones, se ha investigado la vitamina D como posible terapia para esta afección.
Nutrición y otros micronutrientes
Selenio y lactoferrina
El selenio es un micronutriente esencial que subraya la importancia de la nutrición para la salud ocular. Se encuentra principalmente en la carne, el pescado, el marisco y los cereales. El cuerpo humano contiene varias selenoproteínas, esenciales para el desarrollo y el metabolismo.
En particular, la glutatión peroxidasa protege a las células del estrés oxidativo y su expresión está reducida en pacientes con síndrome de ojo seco. En cambio, la selenoproteína P es una proteína transportadora de selenio producida por la glándula lagrimal y secretada en las lágrimas para suministrar selenio al epitelio corneal.
En el síndrome del ojo seco, también se reducen los niveles de selenoproteína P en las lágrimas.
La lactoferrina es una glicoproteína fijadora de hierro presente en la mayoría de los fluidos exocrinos, incluidas las lágrimas, que sirve para proteger el epitelio corneal de la irradiación ultravioleta.
También se ha observado que la concentración de lactoferrina está reducida en el síndrome del ojo seco, y la administración oral de suplementos a los pacientes produce una mejora significativa de los síntomas.
Curcumina
La curcumina es un polifenol aislado de la cúrcuma longa, muy utilizada como especia. Se sabe que tiene propiedades antiinflamatorias, antioxidantes, antiangiogénicas, cicatrizantes y antimicrobianas.
La curcumina ayuda a restablecer la homeostasis de la superficie ocular reduciendo las especies reactivas del oxígeno, disminuyendo la expresión de mediadores de la inflamación y aumentando los factores neurotróficos.
Por lo tanto, los estudios han identificado a la curcumina como un candidato prometedor para el tratamiento del síndrome del ojo seco.