Degeneración macular asociada a la edad y adaptación a la oscuridad

La adaptación a la oscuridad es la capacidad de los ojos para ver con poca luz o en la oscuridad tras una exposición a luz brillante. Se trata de un proceso natural que, sin embargo, también ofrece la oportunidad de comprender el funcionamiento de la retina y evaluar la posible presencia de patologías retinianas. De hecho, la forma en que nuestros ojos se adaptan a la oscuridad es un indicador clave de la salud de la retina, que puede verse alterada en presencia de determinadas enfermedades, como por ejemplo degeneración macular asociada a la edad (DMLE). 

El proceso de adaptación a la oscuridad

La capacidad de adaptarse a una amplia gama de intensidades luminosas es una de las propiedades fundamentales del sistema visual humano y permite a los ojos hacer frente a pequeños y grandes aumentos de luz, así como a su disminución brusca o gradual.

Nuestra respuesta visual a la luz depende de muchos factores, entre ellos la magnitud y la velocidad del cambio de iluminación, así como la intensidad de la luz ambiente presente antes del cambio.

Una de las respuestas obvias y observables al cambio de iluminación es el cambio en la dilatación de la pupila. De hecho, el diámetro de la pupila aumenta a medida que disminuye la iluminación y, en particular, es posible un aumento de su diámetro de hasta unas cuatro veces en condiciones de muy poca luz. Por el contrario, la pupila se contrae en presencia de luz intensa. Tanto la dilatación como la contracción pupilar se producen con relativa rapidez, normalmente en unos pocos segundos.

Además de la dilatación de la pupila, otra respuesta subyacente es la de nuestro sistema visual: la sensibilidad del sistema visual aumenta a medida que aumenta el tiempo que pasamos en la oscuridad, y una mayor sensibilidad significa la capacidad de ver con niveles de iluminación más bajos. Sin embargo, en comparación con la dilatación de la pupila, el cambio en la sensibilidad visual se produce de forma mucho más gradual, normalmente en el orden de varios minutos. De hecho, todos hemos experimentado, al menos una vez, la sensación de acostumbrarnos a ver en la oscuridad con el paso del tiempo.

El proceso de adaptación a la oscuridad también implica lo que se conoce como "fototransducción", que se produce principalmente entre los fotorreceptores, es decir, las células que captan la luz, y la capa epitelial de la retina. En concreto, la adaptación a la oscuridad está modulada por fotorreceptores de dos tipos, los conos y los bastones.

Los conos se activan cuando el entorno es más luminoso, lo que se conoce como visión fotópica. Son menos sensibles que los bastones, pero más rápidos en su respuesta a los cambios en los niveles de luz. Los bastones, en cambio, se activan cuando hay menos luz y, en este caso, hablamos de visión escotópica.

El proceso de fototransducción da lugar a la conversión de los estímulos luminosos  en las señales visuales, que se produce en la retina.

Adaptación a la oscuridad y degeneración macular asociada a la edad

Dado que la retina desempeña un papel tan importante en la adaptación a la oscuridad, los cambios patológicos en una de sus capas celulares pueden influir en dicha adaptación. Por ejemplo, algunas enfermedades genéticas que afectan a la retina, como la retinosis pigmentaria o la degeneración retiniana tardía, provocan un retraso en la adaptación a la oscuridad.

La degeneración macular asociada a la edad (DMAE), una enfermedad compleja que presenta cambios patológicos en varias capas celulares de la retina, incluida la porción conocida como mácula, es también una enfermedad cuyas causas a nivel celular pueden investigarse con un estudio minucioso de la adaptación a la oscuridad.

En efecto, muchos estudios mostraron un aumento del tiempo que tardan los bastones de los pacientes con DMAE en responder a los cambios de iluminación. Se ha demostrado que este retraso en la adaptación a la oscuridad mediada por los bastones en la DMAE tiene una gravedad que aumenta con la enfermedad.

Dado que la DMAE es una de las principales causas de ceguera en los países industrializados y aún no se dispone de una terapia permanentemente eficaz, sigue siendo un gran reto para los científicos hasta la fecha.

En este contexto, el estudio de la adaptación a la oscuridad, al ser una medida que refleja cambios estructurales en tejidos clave en la patogénesis de la DMAE, ya en fases muy tempranas de la enfermedad, es un valor interesante a investigar por los clínicos.

Por lo tanto, la instrumentación para probar la adaptación a la oscuridad ha experimentado un enorme desarrollo en los últimos años y, hasta la fecha, varios protocolos disponibles para el cribado de la DMAE y el seguimiento de la progresión de la enfermedad utilizan la adaptación a la oscuridad como un parámetro importante en la evaluación clínica de esta maculopatía.

Bibliografía

Nigalye AK, Hess K, Pundlik SJ, Jeffrey BG, Cukras CA, Husain D. Adaptación a la oscuridad y su papel en la degeneración macular asociada a la edad. J Clin Med. 2022 Mar 1;11(5):1358. doi: 10.3390/jcm11051358. 

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