Una nueva prueba puede ayudar al diagnóstico precoz.
Para todos los padres, el autismo es sin duda un espectro espantoso en el que se prefiere evitar pensar, sin embargo, cuando se tiene alguna sospecha o familiaridad con la enfermedad, un diagnóstico precoz puede ser una condición decisiva para la mejor gestión posible del curso terapéutico adecuado para reducir, si no eliminar, el impacto negativo de esta patología en la calidad de vida del niño y, más tarde, del adulto.
Por ello, un artículo publicado en mayo de 2018 en Comunicación con la naturalezaen el que se presentaron los resultados de un estudio realizado por un grupo de investigadores de la Universidad de Uppsala (Suecia), según el cual existe una importante conexión entre los reflejos pupilares y la probabilidad de manifestar trastornos autistas.
El autismo o síndrome del espectro autista es un trastorno del desarrollo especialmente complejo, que se diagnostica a partir de signos conductuales que se manifiestan en los primeros años de vida.
¿Qué debe alarmar a los padres?
Durante muchos años, el autismo se remontó a un conjunto de síntomas relacionados con la comunicación social, pero recientemente los científicos han desarrollado una nueva perspectiva que sitúa los primeros signos del autismo en los procesos básicos del desarrollo cerebral.
Por lo tanto, la repetitividad de las acciones, la dificultad de concentración, la falta de reacción a los estímulos, la falta de interés por el juego, la ausencia de gestos y la tendencia al aislamiento social, que se manifiestan en los niños entre los 15 y los 18 meses de edad, pueden ser el primer indicador.
Además, en los primeros años de vida, la estructura del cerebro es extremadamente plástica y, en presencia de un diagnóstico precoz de autismo, se podría intentar "modelar" el curso del desarrollo posterior.
En la investigación de la Universidad de Uppsala participó un grupo de 187 bebés de unos 10 meses de edad, de los cuales 147 tenían hermanos a los que ya se había diagnosticado el trastorno autista y 40 no tenían hermanos con esta afección. Se hizo un seguimiento de los pequeños durante los tres primeros años de vida y 29 fueron diagnosticados positivamente de autismo.
Ya en estos pacientes se registraron anomalías en el comportamiento de las pupilas en el primer año de edad: mostraban mayor hiperactividad y mayor constricción al exponerse a la luz.
El reflejo pupilar a la luz es un mecanismo regulador básico que controla la cantidad de luz que llega a la retina. Los bebés diagnosticados de autismo a los tres años de edad contraían las pupilas más que los niños normales. Además, cuanto más intensa era la hiperreactividad pupilar, más agudos eran los síntomas posteriores del autismo.
Esta prueba, relativamente sencilla de realizar, podría ser especialmente importante para contribuir a un diagnóstico precoz del síndrome del espectro autista, aunque hay que sopesar los riesgos de "falsos positivos", que podrían determinarse considerando únicamente los datos registrados sobre el comportamiento de las pupilas. Cuando se producen este tipo de reacciones, conviene realizar análisis más profundos antes de idear una terapia conductual ad hoc: de hecho, el movimiento anormal de las pupilas también podría estar asociado a otros trastornos no relacionados con el autismo.
Referencia
- Nyström P, Gliga T, Nilsson Jobs E, Gredebäck G, Charman T, Johnson MH, Bölte S, Falck-Ytter T. El aumento del reflejo pupilar a la luz en la infancia se asocia con el diagnóstico de autismo en la primera infancia. Nat Commun. 2018 May 7;9(1):1678. doi: 10.1038/s41467-018-03985-4.
- Bosl WJ, Tager-Flusberg H, Nelson CA. EEG Analytics for Early Detection of Autism Spectrum Disorder: A data-driven approach. Sci Rep. 2018 May 1;8(1):6828. doi: 10.1038/s41598-018-24318-x.
Dr. Carmelo Chines
Director responsable